Santiago Snchez, liberado en Irn

Santiago Snchez ya es libre. Han pasado ms de tres meses desde que lanz un llamamiento desesperado a travs de un mensaje de voz (“no me dejis morir; es lo nico que puedo decir…”) y ms de un ao desde que estaba preso en Irn, pero la odisea toca a su fin despus de que la diplomacia espaola se haya manejado con discrecin y de que en los ltimos das de la pasada semana se produjera una vista en la que, toda vez que no haba cargos contra l, ya pareci sellarse una suerte a la que en todo caso restaba el paso final, que a la vez era el ms importante: la liberacin.

El vnculo de esta dramtica historia con el deporte viene marcado por el objetivo de Santiago cuando el 8 de enero de 2022 parti desde San Sebastin de los Reyes: llegar andando a Qatar justo para asistir al Mundial de ftbol que tuvo lugar en diciembre. El desafo implicaba recorrer unos 6.800 kilmetros y atravesar aproximadamente 15 pases, aunque ya entonces se introduca un matiz: “Siempre que no haya imprevistos en el recorrido”. Lamentablemente los hubo. Vaya si los hubo…

No deja de resultar irnico, en ese sentido, repasar ahora alguna de las declaraciones que hizo entonces: “La idea es dar un poco de amor a este mundo que cada da vive ms deprisa y sin ganas de sonrer. Mi sonrisa ser obligatoria y la llave para entrar a pases, ciudades, casas y corazones. No s si lo que estoy haciendo est bien o est mal. Tantas veces me llamaron loco que no sabra diferenciar si lo estoy o es algo normal”. Y es que su ‘Destino Qatar’, que as se haba bautizado la misin, encontraba precedente en un viaje que hizo en 2019: desde Alcal de Henares hasta Arabia Saud… en bicicleta.

El nuevo reto conllevaba tambin un mensaje medioambiental y educativo: “En esta ocasin, adems de recoger residuos me gustara ir plantando rboles a lo largo de mi camino, muchos en solitario y otros en compaa. Con esto quiero motivar e inspirar a las personas para cuidar el planeta donde vivimos, transmitiendo el mensaje de que se puede llegar lejos caminando. Las fronteras ms grandes son las mentales”. El espaol viajaba con un carro anclado a la espalda en el que, entre otros enseres, transportaba la tienda de campaa que le serva para superar aquellas noches en las que no encontraba otro cobijo.

Todo haba transcurrido con normalidad, si es que tal sustantivo puede aplicarse a un desafo como el de Santiago, hasta que a principios de octubre se le perdi completamente la pista tras entrar en Irn. Su ltima publicacin en redes sociales la hizo an en el norte de Irak, y lleg a fotografiarse en la frontera entre ambos pases, pero desde entonces hubo un tiempo sin noticias suyas. Cuando por fin llegaron, eran terribles: estaba preso en la repblica islmica. Las circunstancias nunca estuvieron del todo claras, el caso es que haba sido detenido en el cementerio de Aichi (en la ciudad de Saqqez), haba pasado por un primer centro en Sanandaj y, por fin, haba dado con sus huesos en la tristemente clebre crcel de Evin.

Se supone que la acusacin era de espionaje (conviene insistir en que a ltima hora se negaba que hubiera cargos), despus de que visitara e hiciera fotografas en la tumba de Mahsa Amini, mujer iran de origen kurdo que apenas un mes antes haba sido arrestada por no usar su hiyab correctamente y que, tras dos das en coma, muri en la unidad de cuidados intensivos del Hospital Kasra, en Tehern, a consecuencia de los golpes recibidos durante los interrogatorios de la polica religiosa.

Esa muerte provoc protestas masivas contra leyes discriminatorias, bajo el lema ‘Mujer, Vida y Libertad’, que, en su formato local (tambin las hubo de carcter internacional), tuvieron a su vez como respuesta la brutal represin del rgimen. El presidente Ebrahim Raisi, eso s, haba pedido a su ministro del Interior que investigara la causa del “incidente con urgencia y atencin especial”. El Parlamento Europeo, por cierto, concedi el Premio Sjarov 2023 hace poco ms de un mes a Mahsa Amini, con carcter pstumo, y al movimiento de mujeres de Irn provocado por su asesinato.

Precisamente en el marco de esas protestas, en octubre tambin se inici un grave incendio en la prisin de Evin, escuchndose adems desde el exterior el sonido de los disparos de las fuerzas de seguridad durante los enfrentamientos con unos presos entre los que an no estaba Santiago. Construida en los 70 para la detencin de prisioneros polticos, ubicada al pie de las montaas Elburz, la crcel cuenta con documentadas denuncias de Human Rights Watch por la continua vulneracin de los derechos humanos.

Por Evin pas tambin Ana Baneira, ltimo precedente de espaola encarcelada y liberada en Irn, en su caso despus de 138 das entre rejas. “En ningn momento me detuvieron en el marco de ninguna protesta”, aseguraba ella, que no tuvo contacto alguno con Santiago durante su reclusin. “Estbamos repostando en una gasolinera y de repente se meti en el coche la polica. Me detuvieron, me metieron en otro coche y ah fuimos directamente a una sala de interrogatorios”, aada ya en A Corua.

“El da a da en prisin era dormir mucho y jugar con la imaginacin. Te obligas a pensar que tus familiares estn bien y que te van a liberar, pero no sabes cundo. Eran los dos pensamientos a los que me aferraba constantemente“, completaba, agradecida por otra parte al trabajo que haban hecho tanto la embajada espaola, con ngel Losada al frente, como el propio equipo del Ministerio de Asuntos Exteriores, con Jos Manuel Albares como mximo representante.

Precisamente el ministro, cuya continuidad en el cargo se confirmaba el pasado 20 de noviembre, despus de que Pedro Snchez anunciara la composicin del nuevo gobierno, se haba referido en numerosas ocasiones al caso pendiente: “Aprovecho para exigir una vez ms la liberacin por parte de Irn de Santiago Snchez, injustamente retenido en ese pas desde hace ms de un ao”. Las gestiones han dado fruto por fin y amigos y familiares, que en todo momento lucharon por visibilizar el caso para que no cayera en el olvido, pueden contar ya las horas que faltan para dar el abrazo que tenan pendiente desde hace ms de un ao.