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Real Madrid: Rüdiger es un elegido

Ser central del Real Madrid es un oficio de alto riesgo en el mundo del fútbol. Son muchos los zagueros que pueden contar cómo su carrera se convirtió en una pesadilla cuando llegó a un equipo en el que pensaba que lo podía ganar todo y alcanzar la gloria. Y, sin embargo, el mundo se abría a sus pies partido tras partido hasta quedar ta señalado como para que su huella en la Casa Blanca sea un mal recuerdo para todos.

Por eso, cuando el Bernabéu se pone en pie para reconocer el trabajo de un central, como lo hizo con Rüdiger ante el Mallorca, es algo excepcional. Porque en ese tributo no iba solo el gol que le dio el triunfo al Madrid y el campeonato de invierno. Ya antes, el alemán se había ganado ovaciones de la grada como premio a un rendimiento superlativo. Y es así desde hace meses.

“Ha aprovechado las lesiones de los otros, está teniendo un nivel muy alto, con continuidad, siempre está listo en los duelos. Es un seguro que tenemos atrás”, dijo Ancelotti tras el partido de Rüdiger.

La temporada la iniciaba a la sombra de Militao y Alaba, los dos ejes de seguridad de Ancelotti, los dos caídos en combate con roturas del cruzado. De ese escenario sale el Rüdiger de hoy, el jugador que llegó la pasada temporada y no se hizo con la titularidad, pero que dejó un soberbio marcaje a Haaland en el Bernabéu y el interrogante de si la decisión de que no jugara en el Etihad no fue un error.

Hoy, el berlinés es capitán general en la zaga del Madrid para el presente y el futuro inmediato. Ese rango, el de cacique del cuarteto defensivo blanco, son pocos los que pueden presumir de haberlo alcanzado. Menos aún los extranjeros que se han adueñado del mando en la defensa blanca. Son muchos más los que bajaron escalones en su carreras al llegar al Madrid que los que los ascendieron.

Santamaría, el primero

La defensa del Madrid había tenido zagueros de antología. En 1957 se recordaba aún Ciriaco y Quincoces, se hablaba del potencial de Atienza, Lesmes, Marqutos… y se recibió a José Emilio Santamaría, que llegaba desde Uruguay. El 8 de junio debutaba ante La Gantoise (0-9) al entrar por Marquitos a falta de media hora. Llegaba un defensa que lo iba a alterar todo, uno que además de proteger su área pensaba en construir, en jugar. El puesto de central cambiaba para siempre con un jugador que fue internacional con Uruguay y con España.

“En el 82, me sorprendió la actitud de algunos…”

El 15 de septiembre de 1966, el Madrid tributó a Santamaría con un amistoso ante el Hamburgo de Uwe Seeler: 1-2, con doblete de la estrella germana. Quedaba atrás la década de Santamaría, el primer extranjero, aunque sea entre comillas, en liderar la zaga blanca.

Pasaron años hasta que se repitió la experiencia de un foráneo al mando de la defensa, más allá de alguna urgencia con Breitner o Stielike. En el verano de 1982 llegaba Johannes Antonius Bernardus Metgod, el primer neerlandés en vestirse de blanco. Johnny Metgod y su poderoso disparo estuvieron dos temporadas en el Madrid sin que llegasen títulos. No fue un fracaso, pero tampoco un central para construir a su alrededor.

La siguiente parada fue un campeón del mundo. En 1989, el Madrid de Toshack se reforzó con Ruggeri, central de la Argentina de Maradona en México 1986. Solo estuvo una temporada, en la que el Madrid ganó la Liga con el récord de los 108 goles. A pesar del apoyo del vestuario y un buen rendimiento, una lesión de pubis y las dudas de la directiva decidieron su salida. El sustituto fue Spasic, cuyo rendimiento fue bajo, sentenciado con el histórico autogol en el Camp Nou.

El gol de Spasic en propia meta en el Camp NouYouTube/ Morrongo TV

Rocha, lo que pudo ser

Ricardo Rocha de debutó con el Madrid el 1 de agosto de 1991. Lo tuvo todo para marcar una época en el Bernabéu. Se ganó a la gente con su juego y su energía, pero dos autogoles (Torino y Tenerife) se sumaron a que nunca fue del agrado de Benito Floro. Simplemente, no creía en el brasileño. En el mercado de invierno de la 92-93, el entrenador trató de convencerlo para que se fuera al Palmeiras y así poder fichar a Rai. En 1994 fue campeón del mundo con Brasil como jugador de Vasco de Gama.

En ese tiempo, el Madrid encontró a un verdadero amo de su defensa en un jugador de época: Fernando Hierro. A su lado pasó sin pena ni gloria el brasileño Julio César.

Cuando la famosa noche del Txistu acabó con Hierro y Del Bosque en junio de 2003, el Madrid se fue a Roma en busca de un muro tras una temporada bajo cero, la de Queiroz. Así, Il Muro, apodaban al argentino Walter Samuel. Llegaron él y Woodgate. El inglés, por la lesiones, ni debutó esa temporada; Samuel fue de todo menos un muro y en un año estaba de vuelta a Italia, donde volvió a ser un gran central.

De Italia llegó en 2006 Fabio Cannavaro. Era el capitán de la selección campeona del mundo ese verano y en Madrid ganó dos Ligas en tres temporadas. Pero nunca tuvo el mando de las grandes leyendas ni llevó al Madrid al paso de volver a pelear por se campeón de Europa.

Los héroes de la Décima: Sergio Ramos

Después llegó la difícil travesía (Heinze, Metzelder, Garay, Carvalho) hasta que Sergio Ramos se colocó en el centro de la defensa para marcar un antes y un después. A su lado tuvo a Pepe, un defensa monumental que hubiera sido líder de la zaga sin Ramos, y a Varane. Y ese fue el grupo de centrales de las cuatro Champions en cinco años, aunque el portugués no llegó a la de Kiev.

Y ese viaje llega al presente con Militao, Alaba y Rüdiger. Al primero le costó un mundo, pero superó mil obstáculos para ser vital en la defensa blanca. La jeraraquía del austriaco en el campo siempre la ha valorado Ancelotti. Ahora, lesionados, los dos ven crecer la figura de Rüdiger como cacique de la defensa. Entre otras cosas, porque el Bernabéu ha hablado.




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