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Mientras Europa sacia sus escasas ansias deportivas un 1 de enero con los saltos de esquí, en Inglaterra las televisiones se encienden para ver los cuartos de final del Campeonato del Mundo de dardos, especialmente por la figura de un joven de 16 años, Luke Littler, que a partir de las 15 horas se enfrenta por una plaza en las semifinales del torneo
El desafío está descompensado. Desde el puesto 164 del mundo tiene que eliminar a Brendan Dolan, otro inglés que se acaba de cargar a un ex campeón mundial como Gary Anderson. Y, sin embargo, es tal el atractivo del chico, que el personal está convencido de que puede pasar de ronda y meterse en las semifinales del martes.
Su objetivo estriba en convertirse en el campeón más joven de la historia de un evento que este año celebra su trigésimo aniversario. Littler, un chico que festeja con comida rápida cada victoria, ha roto todos los cánones de un deporte donde la época dorada se desplaza por encima de los 30 años.
Hijo de un taxista y una dependienta, se apartó del fútbol a los 10 años donde jugaba como central para esmerarse en la otra especialidad que dominaba: la diana. Del balompié sólo le queda la similitud con la precocidad a la que ha llegado a la elite lo que le ha hecho ganarse el apodo del ‘Messi de los dardos’.
Littler entra en el pabellón de Londres para jugar una de las rondas del Mundial
A esa edad ya era un jugador sobresaliente. En su equipo del condado de Chesire lo colocaron en el equipo sub 21, a pesar de que era 10 años menor y, a los 13, según dicen sus entrenadores, ya no le pudieron enseñar más. Ahora se enfrentará a un tipo que podría ser su padre: Dolan tiene 50 años. No le intimida. Incluso se ha convertido en un ídolo para futbolistas megafamosos como Declan Rice y Aaron Ramsdale, que le pidieron una foto para sus redes sociales, cuando le vieron en el hotel donde estaba concentrado el Arsenal. Littler devolvió los honores con la visita al Emirates, donde firmó un buen puñado de autógrafos.
El cuento de Navidad ha llegado hasta el 1 de enero. El premio final supera los 550.000 euros para el ganador. En su camino hacia esa ronda se ha cargado a dos campeones del mundo, los holandeses Christian Kist, ganador del BDO de 2012, y Raymond van Barneveld, éste del PDC, el Mundial fetén.
Mientras escucha bromas sobre su edad, como que mañana tiene que volver al colegio -lo ha dejado para centrarse en el juego- y con un palmarés juvenil que no cabe en un disco duro, Littler sigue comiendo kebabs y rompiendo todos los moldes, mientras anfiteatros de más de 2.000 personas cargados de pintas jalean cada una de las acciones del diestro.
