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Goggia: “Me vales porque eres bueno y competente, me da igual el sexo: esa es la dirección a la igualdad”

Es la mujer más rápida del mundo cuando hay que ponerse unos esquís. Sofia Goggia (Bérgamo, 15-11-1992) es un huracán, una esquiadora capaz de poner el corazón en un puño a quienes la ven lanzarse en busca de la meta. Su cuerpo sabe de riesgos, accidentes y dolor. Desde que era una niña, el quirófano ha sido un lugar habitual cada cierto tiempo. El peligro lo lleva dentro, convive con él.

Goggia habla con MARCA de todo. No solo de esquí, sus medalla, Vonn o Shiffrin. En la charla aparecen Héctor y Aquiles, la Guerra de Troya, sus libros, su librería preferida en Bérgamo, de la realidad y las redes los sociales o la batalla pendiente en temas de igualdad.

PREGUNTA. Primeros días de 2024. ¿Qué espera de este año?

RESPUESTA. Un año de estabilidad, de conciencia de lo que debemos hacer, de serenidad. No pido más.

P. Es un año sin Mundiales, sin Juegos Olímpicos. ¿Eso quiere decir que es algo más relajado?

R. Me vuelvo loca cuando se dice eso, me llevan los demonios que se diga que es una año de transición. De eso nada. Cada día de la temporada es importante y vale lo mismo. Se pueden probar cosas distintas, pero hace falta darlo siempre todo, en cada momento. Las ganas de vencer no cambian.

P. Eso habla de la autoexigencia que tiene Sofia Goggia.

R. Cierto. Es mi fuerza y, a la vez, mi debilidad. Hay una frase que dice que eres más fuertes cuando conoces tus puntos débiles. Es importante saber dónde puedes ser más frágil. Es justo ser exigente con uno mismo, pero no lo es exagerar esa maneara de entender la vida.

La autoexigencia es mi fuerza y a la vez mi debilidad

P. ¿Usted es consciente de que verla bajar a veces provoca miedo?

Sofia Goggia, durante el Gigante del pasado fin de semana en Kranjska Gora.

Sofia Goggia, durante el Gigante del pasado fin de semana en Kranjska Gora.LA PRESSE

R. Ya, ya. Sé que en las transmisiones de Eurosport en español muchas veces dicen ¡Sofia, qué barbaridad! Soy una chica que siempre ha bajado a base de potencia, de fuerza, de ímpetu, de darlo todo en busca de la meta. Nunca he sido una esquiadora súper fina, pero he trabajado mucho en esa dirección.

P. ¿Sofia Goggia ama el riesgo?

R. No de manera literal, pero lo vivo. Porque no lo veo como tal.

P. ¿Eso lo trabaja con un psicólogo?

R. Sí, desde hace tiempo trabajo con un especialista en la gestión de las emociones.

P. ¿De niña soñaba con llegar a ser la reina de la velocidad en la nieve?

R. Cierto. Con nueve años, en la escuela elemental, nos pidieron que escribiéramos que queríamos lograr de mayores. Ser campeona olímpica del Descenso. Eso es lo que puse. Luego te lo paso.

La redacción en la escuela de Sogia Goggia con nueve años

La redacción en la escuela de Sogia Goggia con nueve años

P. ¿Qué queda de aquella niña de 9 años?

R. Los sueños, la ambición y el hambre de arribar a dónde quiero llegar, porque nunca siento que haya alcanzado ese lugar.

P. ¿Qué lugar es ese? ¿Qué busca?

R. Explorar todo lo que me permita mi potencial.

P. Ha sufrido muchas lesiones a lo largo de su carrera. En 2010, con 18 años, se rompió el cruzado por primera vez. ¿Eso ha hecho que sea más fuerte?

R. Por un lado sí. Pero por otro me ha debilitado. Yo no puedo decir que sea una persona sana. Todo los días tengo dolores, es algo con lo que convivo. Sé que tengo una buena forma física, pero también que soy delicada.

Todos los días tengo dolores, es algo con lo que convivo

P. En ese historial de lesiones hay un momento tremendo: la plata en los Juegos de Pekín tres semanas después de una rotura parcial del cruzado.

Sofia, durante un proceso de recuperación

Sofia, durante un proceso de recuperaciónInstagram Sofia Goggia

R. Lo es. Hice el signo de la cruz cuando me lancé desde el portillón. Cada vez que veo ese Descenso más increíble me parece. Bajé con solo una pierna. Me veo y no sé de dónde pude sacar las fuerzas. Pero la cabeza es capaz de lograr cosas que parece que son imposibles para el cuerpo.

P. Solo pensar en viajar a Pekín ya parecía una locura.

R. ¡Y tanto! Cuando me vieron llegar me preguntaron si era cosa del patrocinador, si era solo para participar en el desfile. “¡Para competir!”, les dije.

P. Como persona, ¿esa plata es más que el oro de cuatro años antes en PyeongChang?

R. Sí. Seguro que sí. El color de las medalla es el que es. Pero el camino que has recorrido para lograrlas, lo que has pasado y sufrido, es algo que queda dentro de ti. Es un valor subjetivo al que solo tú puedes dar valor. El camino a Pekín fue una locura muy particular. Y estoy muy orgullosa. Fueron días duros, pero muy enriquecedores.

La plata de Pekín tiene un valor personal mayor que el oro de PyongChang

P. ¿Cómo fueron esos días desde la caída a la carrera?

R. Trabajo y trabajo, de las siete de la mañana a las 10 de la noche. No paraba ni a comer. Tenía que llegar. Cuando entré en el gimnasio y todos se fueron estuve 20 minutos llorando. Luego me puse a trabajar. Ahora veo la medalla y pienso que hice una gran carrera, que sufrí muchísimo. Pero mereció la pena.

P. Usted es una gran lectora, una amante de los libros. ¿Qué título pondría a esa historia?

R. Hay que creer.

P. ¿Ha pensado en escribir un libro?

R. He tenido muchas ofertas, pero creo que los libros de los deportistas se depende escribir a final de carrera. Antes creo que no es correcto.

P. ¿Qué está leyendo?

R. La hija del Reich, de Louis Fein

P. ¿Cómo fue aquella historia en la pandemia con una vieja librería de su ciudad?

R. Fue un periodo muy duro. Bérgamo era la capital del COVID y el contacto entre nosotros era nulo. En esos meses leí una decena de libros que compré en Amazon. La verdad es que no tenía necesidad, porque en casa siempre tenemos libros por leer. Pero por ver a alguien, por escapar a eso de comprar con un click, que es algo que dice mucho de nuestra sociedad, llamé a mi librero de toda la vida para ver si podía traerme libros en su moto. Me rompía el corazón que los pequeños negocios lo pasaran tan mal. Siempre que veo al señor Arnoldi por la calle, en el centro de Bérgamo, lo saludo y nos damos un abrazo. Me saca siempre una sonrisa.

P. ¿Dónde es más feliz, en la nieve o entre libros?

Sofia Goggia, en Bérgamo, su ciudad natal.

Sofia Goggia, en Bérgamo, su ciudad natal.

R. Depende del periodo, pero diría que entre las dos. Las dos cosas las llevo dentro.

P. Habla de esta sociedad. ¿Qué piensa de las redes sociales?

R. Algo que ha llegado demasiado rápido y de forma agresiva. Parece que las gente no vive relaciones sociales, viven en las redes sociales. Es preocupante.

Parece que la gente no tiene relaciones, que vive en las redes sociales

P. ¿Usted lee mucho en las redes?

R. No. Veo alguna cosa, pero no le dedico mucho tiempo. Prefiero vivir la vida de verdad, hecha de cosas concretas, verdaderas, no de lo que te dicen.

Sofia goggia

Sofia goggiaFotocredit: FISI/Pentaphoto

P. ¿Está al tanto de lo ocurrido en España con la selección femenina?

R. Sí, el beso a la jugadora fue algo agresivo. Estamos en una época en el que las mujeres están combatiendo mucho por los derechos. Se combate mucho por eso, pero sin recordar que todos tenemos deberes. Y no hablo de las mujeres, me refiero a toda la sociedad. No podemos solo pedir. Hay que hacer cosas concretas, no solo reclamar derechos. El único modo de ascender socialmente es el trabajo, el único sistema es la meritocracia, el que potencia a cada persona.

No solo hay que reclamar derechos, tenemos obligaciones. No hablo solo de las mujeres, me refiero a toda la sociedad

P. ¿Qué se debe hacer?

R. En Italia se habla mucho del patriarcado, del poder del hombre sobre la mujer, lo que forma parte de una cultura medieval. Yo me siento una mujer independiente que ha creado algo por sí misma. Trabajo con hombres y no me siento inferior a ningún hombre. Obviamente somos distintos, con un sexo diferente y cualidades diversas. Yo pertenezco al único sistema meritocrático que hay en Italia: el deporte. El cronómetro parte de cero para todos y no para por a quién conoces, solo por tu fuerza. En Italia se funciona más por conocidos que por conocimientos. Hay que potenciar un sistema más meritocrático. Esa es la dirección para la igualdad: me vales por que eres bueno y competente, me da igual el sexo.

En Italia se funciona más por conocidos que por conocimientos. Hay que potenciar un sistema más meritocrático

P. Cerremos con esquí. ¿Su ídolo?

R. Lindsey Vonn.

P. ¿Cómo fue batirla en los Juegos?

R. ¡Uff! Mi oro olímpico es una locura. ¡Pero haber ganado a Vonn! El oro tiene un valor enorme, pero lo es más por superarla a ella. Te hablo de la tragedia griega, de Héctor y Aquiles. Eran héroes porque en la Guerra de Troya luchaban el uno contra el otro. Eran los mejores. Todos tenían un valor, pero ellos era los héroes, los protagonistas. Y nosotras éramos Lindsey y yo.

Mi ídolo es Lindsey Vonn. Nuestra rivalidad tenía algo como la de Aquiles y Héctor en Troya

Lindsey Vonn celebra su victoria en Val d'Isere en 2917

Lindsey Vonn celebra su victoria en Val d’Isere en 2917GUILLAUME HORCAJUELO

R. No hay un antagonismo como ese. Mi batalla es conmigo misma.

P. Y acabamos con Shiffrin. ¿Qué me dice?

R. Que es un robot. Una locura. Una máquina de guerra. Un fenómeno de la naturaleza

Shiffrin es un robot, una máquina de guerra




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