El fútbol sin faltas, pero no me quites mis penaltis

Además de los fallos clamorosos de Sadiq que de no cometerlos bien pudiera haber quedado resuelta la semifinal copera entre el Mallorca y la Real Sociedad, hoy se habla de las muchas faltas cometidas y señalizadas (32 en total) que, por momentos, convirtieron en polvorón de kilo el choque entre dos equipos cuyos técnicos exigen máxima intensidad y pierna firme en cada duelo.

Muñiz Ruíz, el joven colegiado gallego recientemente reconocido con la escarapela FIFA, intentó hacer equilibrio sobre esa delgada línea que divide el fútbol en el que o se sopla el silbato o se grita “sigan, sigan”.

La cuestión es si estamos preparados para un fútbol sin faltas o, por el contrario, si ser puntillosos con el reglamento disciplinario es un motivo como otro cualquiera para alejar al aficionado de los estadios ante los pestiños que nos toca tragarnos cada fin de semana.

Y es que con apenas 48 horas de margen dos partidos representan este debate. En el derbi del Bernabéu el Real Madrid cometió únicamente 6 faltas. Eso sí, reclamó tres penaltis porque pedir cuatro ya hubiera sido demasié. No digo yo que no los fueran, sobre todo y en mi opinión, el de Savic sobre Bellingham parece bastante evidente, pero si vamos a setas, o sea, los contactos tienen que ser con la intensidad suficiente, no podemos pedir Rolex y desmayarse cada vez que nos tocan.

Es uno de tantos asuntos de nuestro fútbol sobre los que hace falta un consenso en pos de una mejora para todos. En LaLiga se pitan más faltas y se enseñan más amarillas y rojas que en ningún otro sitio. Si la media por encuentro resulta a 15 infracciones ayer se dobló igualando además las sanciones disciplinarias (cinco amarillas). Un parón de unos 30 segundos entre que se pita y se reanuda el juego cada tres minutos. Un partido para engordar porque al final te acabas levantando y yendo a la nevera cada dos por tres.

A ver si entre todos somos capaces de adelgazar…